“La crisis institucional del futbol en Chile: la sociedad fluye a través del fútbol y el fútbol fluye a través de la sociedad”

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A mediados de año, Chile conquistó su primera Copa América en el fútbol. Un logro importante para quienes viven en torno al fútbol y al mismo tiempo un hecho resignificado como un triunfo nacional por las elites políticas y económicas, y la ciudadanía en general. En términos específicos, el haber alcanzado la copa implicó un respaldo a la gestión institucional en el fútbol profesional y al mismo tiempo un bálsamo de paz para la clase política y económica, cuestionada por los casos de corrupción.

La semana pasada, el ex presidente del futbol chileno dejó el país, casi cumpliendo lo anticipado por Bielsa en su conferencia de despedida, renunciando a su cargo y siendo investigado por una corte federal de los Estados Unidos, esto en el marco de una investigación por coimas a dirigentes del fútbol sudamericano, hecho relacionado a la obtención de los derechos de televisación de futuras copas américas. Tal hecho, ha desencadenado otros eventos y un cúmulo de información que muestran la actual precariedad en la gestión institucional del fútbol en Chile. En efecto, sus propios actores la han calificado como un desastre y denota que el éxito deportivo del seleccionado chileno va en la dirección opuesta de la trayectoria institucional del futbol profesional en Chile.

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Más allá de las acusaciones y los hechos de corrupción detrás de tales eventos, lo interesante es que la crisis desatada por la renuncia del presidente de la ANFP muestra una primera crisis estructural de la reciente reorganización del fútbol chileno a través de la privatización de los clubes. Junto a Sergio Jadue, hoy son cuestionados otros dirigentes, los cuales expresan el nuevo modo de organización y dirección del futbol impulsado por una modernización de la actividad basada en la transformación de los clubes en sociedades anónimas. En términos específicos este cuestionamiento apunta a tres aspectos principales.

Primero, la administración de los clubes redujo la gestión que los clubes hacen del intangible del fútbol, que es la pasión, a la mercantilización de la misma. Tal hecho ha generado que la única forma de tratar a los “hinchas” es el entenderlos como consumidores de productos, desde una entrada/asiento hasta camisetas en sus distintas versiones, lo cual ocurre en los clubes con mayor adhesión en el país.

Segundo, el conjunto de los clubes del futbol chileno y la ANFP han reducido la gestión por recursos económicos a la relación que sostienen con el CDF y la televisión. Tal hecho ha implicado que la mayoría de los clubes no tengan incentivos y ganas en mejorar sus espectáculos y la gestión de sus estadios para construir la fiesta del futbol. Aquí el tema no es el CDF o la televisión, de hecho el futbol debe y deberá convivir con la televisión, sino que el problema es que aquellos que gestionan el fútbol ven que la televisión es suficiente para desarrollar la actividad.

Tercero, los actuales dueños de los clubes administran la actividad a través de una gestión económica que busca obtener beneficios en el corto plazo. Una lógica de la gestión económica y toma de decisiones que reproduce la acción económica dominante en los mercados financieros. Por ello, el actual ethos cultural-económico dominante en el futbol se asocia a la especulación financiera, a la lucha por los paquetes accionarios, y a la desvinculación de todos aquellos intereses distintos a la búsqueda de la rentabilidad económica en el corto plazo, esta última que se traduce en la histeria por el sueño de la venta de un jugador joven o la relación entre campeonato, venta de camisetas y el valor de la acción en las bolsa). Lo paradójico, es que haciendo esto, los clubes “desvalorizan” su propio “producto”, algo que no tiene precio y que es incalculable, como es la pasión por un club y por el fútbol.

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En los hechos recientes del fútbol chileno se expresan aspectos asociados al Chile actual y las ideas que las elites políticas y económicas han impulsado en las últimas décadas. Es decir, un conjunto de ideas que permean nuestra vida cotidiana y las formas de organización de la sociedad chilena. Por ejemplo, la gestión basada en la búsqueda de “eficiencia económica en el corto plazo”, la cual, tal como han mostrado los ejemplos recientes, no duda en quebrar sus propias barreras normativas y que legitima una ética del “vale todo”, lo cual se expresa coloquialmente en esa sentencia que el mismo Jadue (y muchos de los que dirigen en este país) les señalaba a sus colaboradores cercanos “hago bien la pega”. Como en toda crisis hay una oportunidad para cambiar esta forma de “hacer” en el fútbol. Puede ser una utopía descabellada y sin sentido de acuerdo al nuevo ethos cultural-económico que impone el neoliberalismo en el Chile actual, pero en el fútbol hay algo que puede ser una barrera para dicha forma de hacer: la pasión y el amor por la actividad y un club. Algo que no puede ser reducido (que se resiste) a una mercancía. De ahí, que hoy exista la posibilidad de hacer algo distinto, traer nuevas formas de organización y realización de la actividad, un desafío que tienen los actores del fútbol para tratarlo como algo que va más allá del mercado.

Rodrigo Figueroa y Patricio Carvajal

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